martes, 19 de febrero de 2008

Luis García Montero: Yo sé

Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión toma un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.

Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.

Sé que cada ilusión
tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.
Sé que cada esperanza
busca siempre un camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.

Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.

jueves, 7 de febrero de 2008

José Mª Amigo Zamorano: 'Crin al viento'

Crin al viento

por José María Amigo Zamorano,

Las Navas del Marqués, 1994


Acodado en la crin que el viento mueve contempla inquieto las luciérnagas, mientras su caballo galopa veloz con lealtanza.

Se regocija al ver como va abriendo brecha en los muros oscuros que, de vez en cuando, le cierran el paso.
Presiente que el camino va a ser largo y difícil, por eso no desdeña los frutos que le ofrecen las gentes del lugar por donde pasa.
Las luciérnagas no tienen el poder suficiente, mas él agradece su luz y las anima a seguir alumbrando.
Por eso espolea a su caballo que relincha de dolor. Reconoce que no se merece un trato tan brutal y acaricia su cuello con dos suaves palmadas.
Pero está un poco nervioso. Tiene que llegar. Lo ha prometido.
Su esfuerzo es más heroico, aún si cabe, en esa noche oscura, al guiarse sin el perfume y colorido de las flores que están como muertas.
Una pareja se besa a la luz de la luna. Le miran pasar sonrientes. En su sonrisa hay un destello solar que él esperaba y que, no obstante, agradece porque remoza sus recuerdos, debilitados por la larga espera.
Con esa experiencia amorosa ya puede combatir las trampas que, sin duda alguna, le tenderán mas adelante.
Ahora ya, sereno, se agarra con una mano a la crin y la otra al viento, mientras sigue contemplando la humilde luz de las luciérnagas.








viernes, 1 de febrero de 2008

Omar Khayyam: Una rubayata

Nuestro universo es un cenador de rosas.

Nuestros visitantes son las mariposas, nuestros músicos son los ruiseñores.

Cuando ya no hay rosas ni hojas,

las estrellas son mis rosas y tu cabellera es mi bosque.



Omar Khayyam