Cuál enjuagó los delicados miembros
desde la norma de estelar rocío
y embalsamó su cuerpo; cuál ceñía
a sus rizos espesos la anadema
como depositando una corona
engastada con perlas de su llanto;
cuál quebrantó las flechas, rompió el arco,
consciente del dolor que la oprimía,
atajando con pérdida más débil
la pérdida mayor amortuguando
el fuego agudo contra el rostro frío.
(adaptación de Altolaguirre)
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