martes, 29 de mayo de 2007

Robert Mezey: Coplas

Robert Mezey
La fruta está disparatadamente henchida de dulzura

y llegan por ciento las moscas.


Robert Mezey

jueves, 24 de mayo de 2007

Iswe Letu: Valientes

Es lo que una tarde, ilusión de una bodega, nos contaron las ráfagas del viento en las tascas del exilio:


Unos se rinden y de esos... ni se habla; otros... se resisten; permaneciendo siempre presentes en la memoria nuestra

Se resisten a llenar con ecos, el sitio vacío del amor; algunas de las cosas de este mundo, dicen, son vanas y mas falsas que reata de mulas: escuela de lisonjas y de engaños.

Sus corazones libres no pueden responder con ecos al canto, amoroso y virginal, de los pájaros del alba: le parece un ultraje.

Tienen rotas las paces, deshechos sus amores y caminarán en soledad hasta encontrar un bosque ameno donde cobijarse...

Principio, no obstante, de migraciones, navegando muchas veces, viento en popa de naufragios, hacia las bodegas del exilio.

viernes, 18 de mayo de 2007

Citas africanas


La tumba es fría para los padres que tienen hijos sin coraje.


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La noche que llegó es negra:

hay que marchar sin ruido.


Alfa Ibrahin Sow

jueves, 17 de mayo de 2007

Birago Ismael Diop: Encantamiento


Encantamiento

Abre a la Sombra del Hombre
abre, ábrele a mi doble...
Abre a la Sombra del Hombre
que va hacia lo Desconocido
dejando solo en el Sueño
el cuerpo inerte y desnudo.
Abre a la Sombra del Hombre
abre, ábrele a mi doble...
Abre, ábrele a mi doble
los senderos espinosos,
por el día oscuros caminos,
por la noche, tan luminosos.
Abre a la Sombra del Hombre,
abre, ábrele a mi doble...
Mi doble vendrá a decir
todo lo que habrá visto
a las puertas del Imperio
de donde los muertos vinieron.
Abre a la Sombra del Hombre
abre, ábrele a mi doble...
Birago I. Diop


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Poesía contra el racismo

martes, 15 de mayo de 2007

Literatura Contra el Racismo: Mojammed Jáir-Eddin

'... perdida
un perro que ya no ve ni huellas ni caminos
y sin embargo la calle sube hacia la ventana
trae de nuevo una
miseria
de la que hago
de la que harán ustedes
la única certeza...

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... el poeta eres tú
tu que te
alimentas
de la nostalgia del futuro...

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'el río repite la sed y el hambre
de la mujer que pare cólicos
encima de un corán depuesto hez agusanada
en la esclusa de mi fuga'.

Mojammed Jáir-Eddin
(poeta tunecino)

domingo, 13 de mayo de 2007

Aimé Cesaire: Es seguro

El Eco

Literatura Contra el Racismo:


Es seguro que va a morir el Rebelde. Oh no habrá siquiera un emblema negro una salva de cañón ningún ceremonial. Todo será muy simple será algo que en el orden evidente no desplazará nada, pero que hará que los corales en el fondo del mar los pájaros en el fondo del cielo las estrellas en el fondo de los ojos de las mujeres se estremecerán durante el tiempo de una lágrima o de un batir de párpado.



Aimé Césaire

('Y los perros callaban')

viernes, 11 de mayo de 2007

Rabearivelo

'Oh, lamba, que he abandonado
pero que me envolverá al fin,
en el silencio de la tierra
de donde brotará el impulso de la yerbas'

Jean-Joseph Rabearivelo

jueves, 10 de mayo de 2007

José Hernández: Martín Fierro

Dende chico se parece
al arbolito que crece
desamparao en la loma.
Le echan la agua del bautismo
aquel que nació en la selva;
"Busca madre que te envuelva",
le dice el flaire y lo larga.
Y dentra a cruzar el mundo
como burro con la carga.

Martín Fierro de José Hernández

domingo, 6 de mayo de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Luces y Sombras



Luces y sombras


No entraba con buen pie en Hervás. La pesadilla le había dejado anonadado, desconcertado y con un horrible ardor de estomago que le provocó nauseas y un humor de mil diablos.

La caminata hasta el hotel no disminuyó su disgusto.

Se quedó mirando el edificio de cuatro plantas, moderno, mas ancho que alto, que se le aparecía ante él del otro lado de la acera.

-- De modo que esto es el "Hostal Sinagoga"-- murmuró defraudado agriándosele un poco mas el estómago y el temperamento.

Nada tenía contra el establecimiento, simplemente esperaba encontrar en Hervás, villa famosísima de la provincia de Cáceres, otro estilo; no sabría decir cual, pero algo de mayor raigambre: una bocanada de historia añeja, por ejemplo.

-- Razón de mas para largarme cagando hostias a Nueva York - musitó cabreado.

No tenía que haber ido a aquel pueblo. Pero se lo había prometido.

-- Pregunta en el hotel cuando llegues. No se te olvide. - había insistido con ese "tierno" "hechizo" de las hembras judías.

Atravesó la calzada y penetró en el hotel, con la acerba remembranza de la pesadilla guerrera.

-- ¿Me atiende, por favor? Quisiera una habitación.

El empleado del hotel "Sinagoga" alzó la vista contemplando delante de sus ojos un rostro ceñudo, de piel blanca casi amarillenta, negra barba y con cicatrices en la cabeza.

-- Si señor; ¿la desea con vista a la sierra?

-- ¿Con vistas a la sierra?... está bien -- y mostrando el carné dijo -- Me llamo León Saldaviel Anqaua. ¿Podría decirme si he recibido carta a mi nombre?.

Se dio la vuelta el ujier y tras mirar la correspondencia colocada en un casillero contestó moviendo negativamente la cabeza.

-- ¡Oiga! ¿Es Ud. judío?... sino es una impertinencia, claro.

-- ¿En qué se me nota? ¿En mis corvas, ganchudas y afiladas narices? -- contestó preguntando de mal talante.

-- No se ponga así: no he querido molestarle.

El recepcionista le pidió perdón; luego alargándole la mano, muy serio, le entregó las llaves indicándole la ubicación exacta de la habitación para quedarse luego mudo y avergonzado.

Mientras subía las escaleras oye como el ujier dice a alguien "¡Qué carácter!" y el otro, quien fuera, pregunta "¿Ha dicho Saldaviel Anqaua?"; "Si, eso ha dicho".

Abrió la puerta del apartamento. La luz penetraba a raudales por las ventanas lo que le hizo cerrar un momento los ojos. Al fondo, tras los cristales, efectivamente, la sierra se perfilaba con sus picachos agrios y rebeldes como su temperamento. Apartó la vista de los ventanales. No estaba especialmente sensibilizado para arrobarse con la contemplación serrana. Sara había olvidado la promesa de escribirle.

Se mesó las barbas y cabellos con rabia y se tumbó en la cama todo lo largo que era.

Cerró los ojos.

El cansancio, a pesar del disgusto, le empuja poco a poco en brazos de Morfeo con el recuerdo de su prima y todo: el tren se alejaba de la estación parisina; la figura de Sara se empequeñecía despidiéndolo con el balanceo de su brazo en alto; y cuanto mas pequeña se hacía mas aumentaba la entrañable significación de su comportamiento abnegado: ha llevado su recuerdo, todos los días y todas las horas desde que saliera de París.

Y con sentimientos contrapuestos: si unas veces la ternura le invadía durante horas, otras le venía a torturar su torpe y grosero comportamiento con ella; así por ejemplo: en la estación no pudo por menos de abrazarla produciendo el indignado enrojecimiento de su rostro; fue un impulso puro, lo juraba, de espontaneo agradecimiento que no pudo contener, se lo repetía una y otra vez, ante la "doliente", "peculiar ternura" que irradiaba de su faz y que "hechizó su corazón"; fue muy torpe, lo reconocía, pero no en vano cuidó de él limpiando vómitos, cambiando vendas, limpiándole la pus de las heridas ...