Humosas teas, lámparas, luces,
apenas alumbran la confusa fiesta;
y entre estos falaces semblantes, los hierros
me tienen cautiva y huir no me dejan.
¡Lejos de aquí, oh risibles reidores,
vuestros visajes me son sospechosos!
Y aquí, según veo, se han dado esta noche
cita mis crueles enemigos todos.
Aquí enemigo un amigo se vuelve,
tiempo hace ya su antifaz no me engaña;
ese que se escurre pensaba matarme,
y ahora, descubierto, sigiloso escapa.
¡Oh, cuánto yo diera por poder volar
en todos sentidos por el ancho mundo;
pero el exterminio me amenaza y tiene
presa en esten ambiente tan torvo y confuso!
Fausto, 2ª arte, acto primeo, escena II.
Traducción de Rafael Cansinos Asséns
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