viernes, 2 de marzo de 2007

ANTONIO SEGOVIA: barcos, flores, árboles... en hierro

ANTONIO SEGOVIA:
barcos, flores, árboles… en hierro


Antonio Segovia es cerrajero desde joven. Quiero decir que conoce el hierro, la soldadura y el soplete. Una vocación tardía le ha llevado a utilizar estos elementos en el juego de la creación. Ahora su medida es otra, ya no hace cosas útiles de encargo, dedica muchas de sus horas a entretenerse en la realización de sus fantasías. Apoyado en el conocimiento artesanal, va dando rienda suelta, con la seguridad de quien domina su oficio, a objetos que se desarrollan entre la dureza del material empleado y la cada vez mayor levedad de la imagen de sus obras. Así se sugiere que el metal puede convertirse en algo sutil, ligero en apariencia. Es como si en su actual dedicación se tomase un largo descanso de su anterior etapa en la que todo estaba sujeto a la medida al uso y a la duración.
Los trabajos más recientes son una serie de árboles. Anteriormente su imaginación se paseaba entre barcos, flores., escaleras y pequeños altares. Barcos fantasmas –fantásticos- que, en ocasiones, son traslúcidos, como un bordado hecho en el aire o un tejido de trama muy abierta; otras veces son naves pesadas con cañones que aparecen y desaparecen por las bordas gracias a una pequeña palanca que Antonio manipula y que difícilmente deja que lo haga otra persona. En estas naves, mezclados con toda su parafernalia, aparecen detalles, elementos insólitos; es como si en este laberinto hubiese que buscar el detalle más chocante, más sorprendente dentro de un mundo de desbordante ingenuidad: ¿Por qué que ese pájaro, enorme, aparece dibujado por el hilo metálico, posado con energía en uno de los mástiles de la embarcación?... ¿por qué el único ser humano a bordo es un vigía con un enorme sombrero que uno se imagina ser de paja en vez de ser de hierro)… ¿y esas lianas que mas que estar caídas sobre cubierta parece que se desenroscan y trepan hasta lo más alto de la embarcación?...
No sería desatinado, quizás, pensar que estamos ante un paisaje cargado de elementos surrealistas. Ante un surrealismo inocentemente maravilloso, con toda la carga de la vivencia de un ser rural que actualmente se dedica a estos entretenimientos con el hierro, de la misma forma que cultiva su huerto; que se ha tomado su merecido descanso del trajín anterior de cerrajero, que hizo posible que, hoy, Antonio, se llene de entusiasmo cuando corta, dobla, repuja, martillea o une con su soldadura de hilo los diferentes elementos del hierro.
Si determinados detalles que aparecen en las embarcaciones, en sus mástiles, jarcias, o en su velamen son sorprendentes, quizás el momento más jugoso de su quehacer sea el de la realización de sus últimas obras: los árboles. Tampoco, como en el caso de las embarcaciones, son clasificables. Sabemos, sencillamente, que son árboles y que la rigidez del material, de nuevo, desaparece ante lo delicado del tratamiento, el amor, la ternura que ha puesto en su fabricación.
A este hombre, en su nueva andadura, habrá que seguirle, acompañarle, pues todo indica que la sorpresa reaparecerá ante cada nueva mirada.

Antonio Segovia es un artesano de Las Navas del Marqués


Texto: Alberto Abad



DE LAS PÁGINAS XII y XIII DE 'FONTANA SONORA', SUPLEMENTO DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', DEL NÚMERO 8 DE JULIO DE 2.000

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